En lugar de racionalizar el gasto del Ministerio de Educación e invertir en dotar de nuevos centros, para que la red pública de enseñanza llegue a más lugares, se sigue el camino que lleva, indefectiblemente, a bajar la calidad de la enseñanza, aunque pueda parecer imposible. Intervenir el precio de la enseñanza privada apelando que la educación es un derecho –obvio- ciudadano y que no todos las familias lo pueden pagar, es un sofisma. Si la educación es un derecho fundamental, es el Estado quien tiene darlo a los ciudadanos.
La iniciativa privada no tiene que ser subsidiario del Estado en las condiciones que fije éste. Es un negocio al que acude quien lo desea. El precio por servicio lo fija el empresario, como lo hacen los taxistas, los peluqueros, los colmados y demás empresas de iniciativa privada, incluso las formales.
De hecho lo hacen hasta los autos de concho, que la mayoría reciben una subvención mensual, lo que debiera de dar derecho al Gobierno a intervenir en el precio del pasaje, pero no es así. El mercado se rige por oferta y demanda. Hay colegios privados que tiene un profesorado titulado, con acreditada experiencia profesional y que perciben quince mil pesos de salario o más; hay otros que los educadores son personas bien intencionadas pero que lerdas que perciben menos de cuatro mil pesos. Unos colegios tienen unas instalaciones dignas y otros tienen el aula en un lugar caluroso y sin abanico, cuando no al aire libre.
Fijar por ley el precio de lo que tienen que cobrar los colegios como se pretende, es condenar a que la enseñanza del país vaya a peor. La enseñanza privada es un negocio y las personas que se dedican a ello, lo tienen para ganar dinero no para hacer filantropía como pretende el legislador populista. Si a las empresas se les impide por ley ganar lo que ellas estiman conveniente, actualizando los precios de acuerdo con la proyección del colegio, es seguro que dejarán de invertir en las instalaciones, no harán innovaciones tecnológicas y botarán a los profesores que más ganan por ser lo más capacitados, para reemplazarlos por los que menos cobran, para que salgan los números anuales. ¿Quién sale perdiendo? Obviamente, la República Dominicana, porque sus gentes pagarán más por una educación que cada vez es peor.
Dejemos a la iniciativa privada en el ámbito que tiene y busquemos la sana competencia con la educación pública. Si ésta tuviera el doble o el triple de centros escolares, seguro que ningún legislador se preocuparía por el precio de la enseñanza privada. El problema, ni más ni menos, es que la red pública es deficitaria de plazas escolares para atender el derecho constitucional de los dominicanos. Está claro cuál es el camino: Dotar al país de una red de centros capaz de absorber la demanda de alumnos que sus padres no pueden pagar colegios privados. La respuesta la conozco: No hay dinero para construirla. Es otro sofisma. Dinero claro que hay. Sucede que se está destinando a unos fines que no tienen relación directa con la Educación.
El desayuno escolar es otro agravio comparativo que por equidad debía de desaparecer. El niño que va a un colegio público, sea rico o sea pobre, recibe el desayuno escolar. En aquellos lugares donde no hay colegios públicos, no hay desayuno escolar. ¿Acaso el argumento que sirve para mantener el desayuno escolar no es válido para extenderlo a todos alumnos, sean de un centro público o privado?
Las empresas que laboran y venden al Ministerio de Educación tienen su negocio, mueve mucho dinero y es posible que deje demasiadas gabelas repartidas convenientemente, razón por la que ni siquiera se habla del tema. No es justo que para mantener una serie de negocios, que nada tienen que ver con la educación, se pretenda acogotar a las empresas educativas hasta llevarlas a la desaparición. Es demagógico pedir controlar los precios de la enseñanza privada, cuando es el Ministerio de Melanio Paredes quien tiene que dar educación gratuita a todos los dominicanos, en igualdad de condiciones. Dinero hay para iniciar la red, aunque se está gastando en obras sociales.
Creo que fue Murphy quien dijo «Todo lo que es susceptible de empeorar, termina empeorando indefectiblemente». Creía, sinceramente, que en Educación no era posible. Nelson Guillén está empeñado en conseguirlo.
por:Quini Candela
quinicandela@gmail.com
f/elnuevodiario.com.do
La enseñanza irá a peor
lunes, septiembre 13
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario