Los salones dominicanos, dueños del nicho afroamericano en Atlanta
Gracias al nicho cautivo de las afroamericanas –que se identifican como ningún otro mercado con las peculiares técnicas dominicanas de belleza – la proliferación de salas de esta nacionalidad crece a un ritmo acelerado y constituye localmente un fenómeno comercial, dando lugar a un sello de calidad que domina e impone su prestigio. Por las calles de Gwinnett, llaman la atención las emblemáticas banderas dominicanas que identifican que ahí es un dominican salon.
Ocho años, casi todo el tiempo que tiene ganándose la vida en Estados Unidos, duró Adalgisa López arrendando sus destrezas, “atajando pa’que otro enlace”, como dicen con ironía en Nagua, su pueblo natal. Hasta que hace cuatro meses, cuenta satisfecha, hizo lo mismo que ha permitido a muchas paisanas suyas mantenerse a flote y hasta prosperar en medio de la crisis: abrió un salón de belleza dominicano en Norcross.
Ni la actual crisis ha parado la expansión de nuevos recintos, empleos y actividades colaterales en torno a este mercado étnico.
Para César Eljuri, gerente de ventas de la línea italiana Rolland, el embrujo de las morenas por el “dominican style”, se explica “porque los salones son también un servicio de primera necesidad, pues haya crisis o no uno necesita lucir bien, para subir su autoestima, si está enamorada, y sobre todo si estás buscando empleo”.
Rolland opera en Atlanta desde el 2004 y es una de las cinco empresas que distribuyen cosméticos casi exclusivamente a estos negocios.
“En los últimos dos años hemos tenido una explosión de más de un cien por ciento de salones dominicanos, que son más del ochenta por ciento de nuestro mercado, pues conocen nuestros productos desde Santo Domingo y Nueva York, donde estamos desde hace tiempo”, relató el ejecutivo.
Otra historia fruto de este auge es la de Rosa Ramírez, copropietaria del salón Tu Cambiarás.
“Mi socia –de origen colombiano– me propuso asociarnos porque sabe que el servicio muy atractivo para las morenas. Tenemos cuatro años con el negocio, y hasta ahora nos ha ido muy bien”, comenta mientras confirma que este sector va en crecimiento.
”Aquí hay fuentes de trabajo para todas las peluqueras, porque hay muchos salones y últimamente han abierto más. Ahora mismo es uno de los negocios que menos ha bajado”, afirma la empresaria.
La cantidad de comercios de este tipo en Norcross, Marietta, Lawrenceville, Doraville, Jonesboro y otras ciudades en el área metropolitana de Atlanta, ronda ya el centenar y hace que emprendedoras como Rosa orienten sus apuestas futuras a las afueras de Georgia.
“Queremos llegar a donde hay gran población afroamericana”, dice Rosa y alude a ciudades como Augusta o Macon, en cuyo perfil demográfico dominan los afroamericanos con un 50.4 por ciento y un 62.5 por ciento respectivamente.
En efecto, buena parte de las usuarias que nutren este pujante nicho provienen de Atlanta, en donde residen más de 486 mil personas, el 61.4 por ciento afroamericanas.
Este boom comercial alentó recientemente a Pablo Cruz a diversificar sus operaciones comerciales, que proveen empleo a veintidós personas.
“Mi próximo proyecto es implantar una escuela de belleza aquí. Imagínate ¿quién no quiere estudiar en una academia de belleza con las estilistas de mayor prestigio, que son las dominicanas?”.
Quizás por ello el Departamento de Cosmetología del estado “ha reconocido este sello de calidad y a varias academias” de la República Dominicana.
Al menos en Atlanta, “para nadie es un secreto que los salones dominicanos son los únicos negocios que están sobreviviendo e incluso multiplicándose en medio de la crisis”, afirma Cruz, que tiene a su esposa y dos hijas al frente de sus tres salones, incluido el Dominican Trukos, que inauguró recientemente.
MARCA NACIONAL
“En esto encontré un medio ideal para superarme, con mucha salida, porque a las morenas les gusta que las pelemos nosotras. Ese es el sello que buscan, donde lo ven, entran sin preguntar”, narra Adalgisa en alusión al “dominican” que sobresale siempre asociado a la bandera homónima en las fachadas de estos comercios, un recurso publicitario del que incluso echan mano comerciantes de otras raíces.
Como la jamaiquina Dalon Gibson, que tiene en su Tru-Kutz Barber & Dominican Salon un equipo de barberos afroamericanos para la clientela masculina y otro de cuatro dominicanas para las féminas. Entre ellas Jaquelín Cedeño, madre soltera de tres hijos, quien vino de Puerto Rico hace cuatro años, tras enterarse por una hermana que aquí “se ‘pica’ bien” como peluquera.
“Casi todas nuestras clientes son morenas, por la buena fama que tenemos las dominicanas con ellas, porque tenemos el cabello similar y les damos un buen alisado, como les gusta”, explica Cedeño mientras lava el pelo a Charisse.
“Esta es mi primera vez aquí, pero he visto a mi hermana que tiene ya un año viniendo, y tal vez un cambio importante con esos tratamientos que usan sea lo que necesito”, comenta la joven afroamericana.
En el Perfect Hair – el salón de Adalgisa – trabaja Aida Ellis, otra estilista que vino de vacaciones y de paso aprovechó para “’picotear’ algún dinerito” recortando y peinando morenas.
“Decidí trabajar mientras ando aquí porque siempre hay que sacarle provecho al talento de uno, porque es que San Pedro (de Macorís, al Este de República Dominicana) no solo produce buenos peloteros”, bromea Aida, quien tiene más de veinte años dedicándose a la belleza y es propietaria de un salón en la isla caribeña Saint Kitts.
LOS TRUCOS QUE "AMARRAN" MORENAS
Las técnicas de belleza que seducen a las afroamericanas tienen mucho que ver con el secado del pelo, los tratamientos y también con algo de empatía cultural.
“Ellas lo que buscan es que el pelo les luzca como a nosotras, que se les mueva, porque nosotras les pasamos bien el blower y trabajamos con poca grasa”, detalla Celia Cabrera dueña del Celia’s Dominican Hair.
Pero quizás Rosa Ramírez, tiene la razón.
“Es que en Santo Domingo (la capital de República Dominicana) nosotras aprendemos desde pequeñitas a trabajar ese tipo de pelo. Allá uno se acostumbra a peinar a los hermanitos y hasta a las amiguitas, a hacer ‘rolos’ en las casas, en el barrio, en los patios; por eso tenemos la experiencia, y ellas – las afroamericanas – lo saben”.
f/atlantalatino.com
Un mercado 'negro' a prueba de crisis
jueves, octubre 22
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