Increíble pero cierto: El dictador Trujillo salvó a judíos alemanes

jueves, octubre 22


BERLÍN (dpa) - El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo (1891- 1961) fue una de las figuras más tenebrosas de la historia de América Latina: mandó torturar cruelmente, hasta la muerte, a sus enemigos políticos y ordenó matar a miles de los inmigrantes haitianos, que gozaban de pocas simpatías entre la población dominicana. Sin embargo, gracias a Trujillo cientos de judíos alemanes y austriacos se salvaron del Holocausto y encontraron en la República Dominicana un puerto seguro.

La increíble historia de tiranos del Caribe convertidos en benefactores ha sido objeto de una investigación en Alemania, llevada a cabo por el periodista Hans-Ulrich Dillmann y la historiadora Susanne Heim. En su libro "Fluchtpunkt Karibik" (Refugio Caribe), Dillmann y Heim relatan cómo las víctimas de la persecución racista en Europa fueron recibidas con los brazos abiertos, también por motivos racistas, al otro lado del Atlántico.

Y es que Trujillo, que en realidad era un admirador de Hitler, quería como inmigrantes a los judíos porque ellos eran blancos. Según los planes del dictador, los judíos debían desarrollar la agricultura del país, entonces todavía escasamente poblado, y mezclarse con la población local para "blanquearla".

Todo había comenzado en la Conferencia de Evian, en julio de 1938. En esa reunión, en la orilla francesa del Lago de Ginebra, representantes de 32 países discutieron, con muchas palabras y pocos resultados, sobre cómo ayudar a los judíos acosados por los nazis.

Ningún país se mostró dispuesto a recibirlos, hasta que, de forma inesperada, llegó la oferta de Santo Domingo de acoger a 10.000 judíos. Poco después, Trujillo elevó esta cantidad a 100.000.

Sin embargo, finalmente sólo llegaron a Susúa, en el norte de la República Dominicana, unos 700 colonos judíos, quienes imprimieron su sello a esa franja de tierra, donde se ubica hoy el aeropuerto de Puerto Plata, un popular destino del turismo de masas.

Dillmann vive desde hace varios años en la República Dominicana, donde trabaja como corresponsal del semanario "Jüdische Allgemeine" (del Consejo Central Judío de Alemania) y el diario berlinés "tageszeitung". También es colaborador de la agencia de noticias dpa.

Por su parte, Heim es una experta en lo que se refiere a la persecución nazi de los judíos y la política internacional en materia de refugiados. A través de Evian, los dos autores llevan al lector a la lejana república caribeña, que hacía 70 años tenía poco en común con el paraíso turístico del presente.

Sin embargo, en aquel entonces, al igual que ahora, había un marcado racismo entre los dominicanos, un pueblo mestizo, hacia los vecinos negros de Haití, que comparte con la República Dominicana la isla La Española.

En 1937 se llevó a cabo, por orden de Trujillo, una masacre contra los trabajadores migratorios haitianos, que causó al menos 17.000 muertos. El dicator dominicano fue duramente atacado en la prensa estadounidense por esa matanza. Es posible, según los autores del libro, que con la acogida de refugiados judíos Trujillo pretendiera mejorar su imagen ante el presidente Franklin D. Roosevelt. Además, a Trujillo le interesaban fundamentalmente los emigrantes "blancos".

El proyecto fue apoyado por organizaciones humanitarias judías. Sin embargo, los problemas prácticos, las trabas burocráticas y los costos eran tan grandes que al final no había más que 500 judíos viviendo al mismo tiempo en Sosúa, según una estimación de Dillmann.

En medio de grandes dificultades, los judíos, que antes vivían en ciudades, se convirtieron en campesinos, establecieron tiendas de alimentación y cooperativas agrícolas, y fundaron la empresa de productos lácteos y cárnicos Productos Sosúa, que existe todavía hoy. Más tarde también allanaron el camino a la industria turística.

Después de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, muchos de los colonos judíos se trasladaron a Estados Unidos. Según Dillmann, hoy sólo tres de ellos siguen viviendo en Sosúa. El mayor, Luis Hess, cumplió hace poco 101 años.

La mayoría de los judíos pronto se dieron cuenta de quién era el terrible déspota al que le debían el asilo tropical, pero no tenían otra alternativa. La escritora Hilde Palm (1909-2006), quien tras su regreso de la República Dominicana adoptó el nombre de Hilde Domin, dio en el clavo cuando dijo alguna vez sobre Trujillo: "Fue un salvador espantoso".
Fuente: Klaus Blume (dpa)

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