Durante el festival literario Calabash 2009, celebrado a finales del mes de mayo en Jamaica, Montague Kobbe tuvo la oportunidad de encontrarse con Junot Díaz y hacerle algunas preguntas acerca de su exitosa novela, La breve y maravillosa vida de Óscar Wao
El festival literario Calabash 2009 tiene lugar cada año en el Jake’s Resort de Tresure Beach, ubicado en la espectacular costa sur de la isla caribeña —lejos, muy lejos del cinturón turístico del país. Es la tarde soleada, calurosa, de un sábado a las orillas del mar. A algunos metros de distancia noto la figura de Junot Díaz, paseando tranquilamente alrededor de la carpa bajo la cual tiene lugar una conversación pública entre Paul Holdengräber y el autor británico Pico Iyer. En la multitud, entre otras luminarias, reconozco el rostro sereno, dulce, de Edwidge Danticat, acompañada por su familia. No es éste un fin de semana cualquiera en Jamaica; esto es Calabash.
Mientras pasa a mi lado, suspiro discretamente “Junot”. Su semblante adopta un gesto de picardía que a un tiempo responde a mi saludo, mientras me indica que ahora no —espera un momento. Desde la noche anterior, cuando él se mostró tan afable durante una larga sesión de firma de libros, mi mente se ha visto atiborrada por una cantidad de preguntas acerca de su novela. Ya en aquel momento él había respondido al menos una de ellas, tras ser increpado por mi compañera a justificar el perfil de un personaje tan poco convincente como el de Ybón, la prostituta dominicana que pareciera representar la única esperanza de salvación para Óscar. “Te podría hablar durante horas sobre este personaje”, dijo, antes de explicar que su intención había sido evidenciar la realidad de la prostitución en la República Dominicana, donde tanto locales como turistas buscan en las prostitutas la solución a todos sus problemas, sin encontrar más que complicaciones aun mayores. Pero a Óscar no lo puede salvar Ybón, porque él no está enamorado de ella, explica Junot. Él simplemente la utiliza —a ella y al resto de las mujeres en el texto— para compensar la falta de atención, de sexo, de amor que hay en su vida.
Volviendo a la tarde del sábado, Junot lleva un buen rato posando para las cámaras, firmando libros, conversando con uno que otro extraño, y, sin embargo, no deja de rondar entre la carpa y la librería. Sé que esta es mi oportunidad; pero también sé que no cuento con mucho tiempo. Mientras camino en su dirección escojo en mi mente lo que considero el aspecto más sobresaliente de su novela y se lo comento. “Sabes, estoy tan sorprendido por la cantidad de e-mails que he recibido por esto”. Su español es bueno, es coloquial, fluido, auténtico; sin embargo, es obvio que no es su lengua natal, que no es su primera lengua. No sé por qué anticipaba lo contrario, pero lo cierto es que esperaba que me hablara con un acento dominicano tan fuerte, tan natural, como mi acento venezolano. Esta circunstancia le añade otro nivel a mi pregunta acerca de su uso del spanglish —un nivel que aún no he podido conceptualizar, pero que no por ello deja de existir. “Algunos de los e-mails han sido incluso agresivos. Hay mucha gente que pareciera que están hasta molestos porque no les doy una traducción. Me asombró muchísimo”. En tanto, yo intento hurgar un poco más en la herida, ¿era esa tu intención? ¿Querías alienar a un tipo específico de lector? “¡No!”, exclama de manera espontánea. “Yo lo que quería era que buscaran a un amigo que hablara español”.
Sé que mi tiempo se está agotando, que no podré abarcar ningún otro aspecto en esta conversación, así que le agradezco por su tiempo, su disposición, y le pregunto si podría enviarle un correo electrónico con una breve entrevista. Junot acepta. Junot responde (apenas un par de horas después de enviarle el correo). Sus respuestas marcan de manera clara la línea que separa al demiurgo del crítico. Sin embargo, es su actitud en general lo que ha dejado en mí la impresión más duradera. Él me ha probado que se puede ser talentoso y cortés, gentil y exitoso al mismo tiempo. Por eso, gracias, Junot.
—En cuanto a la forma de la novela, el uso de notas a pie de página en La breve y maravillosa vida de Óscar Wao llama la atención. Inicialmente pareciera que esta estrategia cumpliera una función meramente informativa, proveyendo al lector de detalles concernientes a la historia de la República Dominicana. Sin embargo, a medida que nos adentramos en el texto es evidente que esta función se expande sustancialmente. ¿De dónde surge la idea de incorporar notas al pie de página en un texto de ficción, y cuál es tu intención al incorporarlas en tu obra?
—Las notas a pie de páginas no son nada nuevo. Es un recurso literario que han utilizado una cantidad de escritores, desde Nabokov hasta Patrick Chamoiseau, mi influencia más directa. Para ponerlo de una manera sencilla, las notas a pie de página estaban ahí para iniciar una conversación sobre autoridad y erudición, acerca de la Narrativa Oficial frente a Narraciones Ficticias. Al fin y al cabo, la historia es considerada una Narrativa Oficial Legítima mientras que la Ciencia Ficción no lo es. Sin embargo, la ciencia ficción en esta novela te dará un entendimiento más completo de la novela que cualquiera de las intervenciones históricas oficiales que ella contiene.
—En Calabash tuvimos ocasión de hablar brevemente acerca de lo que logras comunicar en tu obra sin necesidad de hacerlo explícito en el texto. Una buena parte del discurso subyacente en La breve y maravillosa vida de Óscar Wao concierne específicamente a la alienación sufrida por la población dominicana en Nueva Jersey, y contiene una crítica de doble filo, que incumbe tanto la actitud del dominicano —evidente en su relación con el puertorriqueño, por ejemplo— así como la sociedad americana en general, la cual ha permitido, y tal vez inclusive provocado, tal condición. Existen al menos dos elementos que de cierta manera logran recrear la alienación sufrida por los personajes principales de la historia en un lector cualquiera. Estos dos elementos son el uso del spanglish a lo largo de la novela, y el uso de metáforas, imágenes y otros recursos provenientes del género de ciencia ficción/fantasía. En cuanto al primer elemento, me decías en Calabash que nunca había sido tu intención alienar a ningún tipo de lector, sino más bien invitar al lector de habla inglesa a acercarse a un compañero de habla hispana en busca de ayuda. En este sentido, ¿es este un intento por agregar una labor social a tu literatura? Es decir, ¿es esta tu manera de contribuir al esfuerzo por integrar al inmigrante latinoamericano dentro del establecimiento norteamericano? De así serlo, ¿podríamos decir que el segundo elemento que menciono arriba cumple una función similar: un esfuerzo por incorporar al geek enamorado de la ciencia ficción a la corriente popular? ¿O es, más bien, este un intento por reivindicar un género que habitualmente recibe menos mérito de lo que merece?
—La pregunta es mucho más larga que mi respuesta. No creo que pensara en la alienación mientras preparaba este libro. Eso no significa que no sea una línea de análisis legítima; sólo que no tengo nada que decir al respecto. Y no estoy seguro que estuviera intentando integrar nada con este libro, aparte de demostrar que en una sola persona dominicana, en una sola familia dominicana, en un solo universo dominicano, todo está presente. Inglés, español, hindú, japonés, hip-hop, nerd, etc.
—Una pregunta más genérica, relacionada a las diferentes voces narrativas palpables en La breve y maravillosa vida de Óscar Wao: más allá de los tradicionales cambios de perspectiva presentes en la novela, existe un narrador independiente, ubicado en algún punto fuera de la historia, el cual no es ni Yunior ni Junot (autor de las notas a pie de página), que le proporciona un tono característico al texto. Este narrador se comunica directamente con el lector (“Here at last is her smile: burn it into your memory”) y con los personajes (“Oh, Beli; not so rashly, not so rashly”), es fluido, impredecible y, en definitiva, más complejo que el narrador tradicional. En tu opinión, ¿cuál es el rol de este narrador post-moderno (por llamarlo algo) en la literatura contemporánea?
—No lo creo. Yunior es Yunior. Él surgió como algo singular, aunque ahora tenga la fuerza de un argumento estético, pero no es la manera en la cual todo inició.
—Finalmente, si bien la violencia (política, social, etc.) está presente durante toda la historia, no se puede decir que el discurso de la novela sea violento (incluso tomando en cuenta el final). ¿Qué lugar ocupa la violencia, tanto en la saga familiar, como en el desarrollo individual de cada uno de los personajes en La breve y maravillosa vida de Óscar Wao?
—Eso es como preguntar cuál es el rol de la gente en el Nuevo Mundo. Múltiple y terrible y con unas raíces históricas muy profundas es la única respuesta que puedo dar; menos como una respuesta a tu pregunta y más como una descripción de mi visión acerca de la violencia en el Nuevo Mundo.
f/letralia.com
Junot Díaz: “En un solo universo dominicano todo está presente”
viernes, agosto 21
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