«Se vende cementerio. 53 hectáreas», dice el anuncio en Nueva York, que busca compradores para el cementerio de Canarsie, en Brooklyn. Con 3.000 «plazas» disponibles, es una verdadera oportunidad en una ciudad saturada, por más que la venta se anuncie difícil.
Enviamos mensajes a unos cuarenta compradores potenciales, organizamos una visita la semana pasada y tenemos cuatro interesados», explica Mark Daly, director de comunicación de los servicios administrativos de la ciudad de Nueva York.
La ciudad de la gran manzana no tiene vocación de administrar los cementerios, que en su gran mayoría pertenecen a las iglesias, sinagogas o asociaciones privadas sin fines de lucro, a menudo creadas por los propietarios de los sepulcros.
Sólo tiene dos a cargo de los presupuestos municipales, el de Canarsie, que le pertenece como consecuencia de la historia de la ciudad, y el cementerio de Hart Island, al sur, donde se entierra a los reos y a la gente que nadie reclama.
«Queremos deshacernos de las propiedades que no corresponden a la misión municipal», dice Mark Daly, que omite mencionar el moteo estimado de la operación de venta.
Una operación complicada por dos leyes muy exigentes, una que reserva las subastas a compradores especializados en el sector funerario, y otra que prohíbe que la administración de un cementerio sea un negocio con ánimo de lucro.
A causa de la segunda norma, una vez que se vendan todos los nichos -a precios que superan a menudo los 8.000 dólares la unidad- el propietario se ocupa de administrar los gastos de mantenimiento, pero sin ganancias.
Un recorrido tranquilo por el cementerio situado en la punta sudeste de Brooklyn, rodeado de árboles centenarios, Mark Daly insiste en el carácter «no sectario» del lugar, como proclama un cartel a la entrada. Cruces cristianas se codean con estrellas de David y algunas lápidas rinden homenaje a soldados caídos durante la Guerra Civil.
Muchas tumbas llevan nombres italianos, de inmigrantes llegados durante la creación en 1880 de este cementerio del pueblo de Flatlands, integrado luego a Brooklyn y más tarde a Nueva York.
Las propuestas de los compradores deben formalizarse a fines de junio y la decisión se tomará antes de fin de año tras el aval del alcalde Michael Bloomberg, los legisladores y de un juez.
Richard Moylen es un potencial comprador. Este hombre de 54 años comenzó limpiando tumbas hace 37 años y hoy es presidente del cementerio de Green-Wood, uno de los más grandes de Nueva York, con 600.000 tumbas y clasificado como monumento histórico.
«Hay problemas por solucionar, porque la capa freática aflora y hay leyendas de cuerpos que suben a la superficie», relata. «Pero si lo compramos, vamos a hacer del cementerio un lugar muy atractivo», asegura.
Se vende cementerio en Nueva York
lunes, junio 15
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