Latidos, el pálpito solidario y artístico de un pintor español en RD
viernes, febrero 6
SANTO DOMINGO,RD.- Desde el pasado octubre, por las calles de la Ciudad Colonial pasea, de cuando en cuando, el pintor español Jorge Adrados. No se prodiga mucho porque pasa casi todo el tiempo creando, dejando latir un corazón solidario, bombeando el sentimiento que le inspira República Dominicana para depositarlo en sus lienzos.
Las piezas gestadas a partir de ese latir componen la exposición que mañana se inaugura en la emblemática "Casa de Teatro" de Santo Domingo, un auténtico hervidero cultural y casa de artistas, un lugar donde creadores de toda clase y condición pueden expresarse sin cortapisas.
Fundada en 1974 por el polifacético creador dominicano Freddy Ginebra, todo un estandarte de la cultura en el país, nació como centro dedicado al teatro, pero pronto pasó a ser un espacio multidisciplinar: galería de arte, sala de ensayos y conciertos de todo tipo, escuela de danza, centro de conferencias...
Seducido por el director de la institución cultural y por la vieja casa colonial que lo alberga, y espoleado por el deseo de contribuir a mejorar la realidad de niños que viven en las zonas más deprimidas del país, Adrados se ha embarcado en el proyecto "más exigente" de su trayectoria como artista.
No es nada nuevo en él este pálpito humanitario_ A diario lleva comida a niños que viven en la miseria dentro de la propia capital del país.
El año pasado, explica en una entrevista a Efe, "tuve ocasión de conocer el país y sus gentes, y me di cuenta de que, aunque en España también se pasen calamidades, aquí hay niños que van en cueros, hay mucha necesidad". De ahí su intención de destinar el dinero de la venta de los cuadros a alguno de los proyectos canalizados por distintas fundaciones con las que colabora Ginebra, principalmente en escuelas y centro infantiles.
Sin desvelar qué institución recibirá la ayuda, Adrados desprende auténtica ilusión por participar activamente en el proyecto de destino. Desea estar físicamente en su desarrollo, involucrarse hasta el punto de conocer los cimientos de la entidad que lo vaya a gestionar.
Y es que el corazón del artista, totalmente entregado a la idea de impulsar una educación vinculada al arte, le exige estar presente más allá del proceso creativo. Sea cual sea la fundación a la que llegue, estará vinculado a la infancia, eso seguro.
No es nada nuevo en él este pálpito humanitario_ A diario lleva comida a niños que viven en la miseria dentro de la propia capital del país.
Todo el mundo conoce las cuevas que hay en la zona del Malecón, y que sirven de refugio a chavales que subsisten entre basura; últimamente desayunan cada mañana gracias a él. También su motor erasmista le llevó hasta Haití estas Navidades, para repartir comida y juguetes entre pequeños sobreviven, desnudos y descalzos, en condiciones paupérrimas.
Sin embargo, esta exposición va más allá del latido solidario de un artista. Tras su periplo por el país y sus distintas realidades, Adrados volvió a España y estuvo valorando si traer obra desde allí para colgarla.
Al final, se armó de valor, cogió "una maleta de ropa y cuatro pinceles" y tras encontrar una casita en la Ciudad Colonial que le hace las veces de taller, comenzó a pintar en Santo Domingo_ "Pasé de no tener nada a tener casi una galería de arte_", cuenta el pintor.
La idea de exponer en Casa de Teatro "fue tan tentadora, que casi sin saber cómo, aquí estoy", embarcado en jornadas maratonianas de trabajo desde primeros de octubre. Aunque lleva "media vida" pintando, ningún proyecto le había exigido tanto, ya que debe llenar una sala partiendo de cero. "Ha sido muy intenso, un reto muy emocionante" y costeado de su propio bolsillo, que mañana, por fin, verá la luz.
Adrados define su obra como "una abstracción bastante lírica", elaborada con una técnica consistente en la degradación de colores a base de veladura. Técnicamente, trabaja mucho el acrílico con intervención del agua y, según explica, "lavo más de lo que pinto". "Lo que intento es trabajar desde el lenguaje de las sensaciones, no narro nada, no cuento nada, no describo ningún objeto".
"Me pongo a pintar y establezco un diálogo con el cuadro conforme a como estoy, lo que recibo, lo que vivo, lo que siento"_ De ahí que el título de la exposición sea Latidos, "porque es mi latir aquí. Es el latir de lo que estar aquí provoca en mi, y que se ha traducido en una serie de cuadros que reflejan sensaciones".
Adrados reflexiona sobre el ritmo de vida actual, "se han impuesto el consumo, la tecnología", dice en alusión a cómo nos abducen las redes sociales, "y nos hemos olvidado de detenernos ante la belleza de los detalles, de los pequeños gestos". La exposición es, por tanto "una invitación a ese detenerte, a bajar el ritmo y retomar los valores que estamos olvidando."
Pero también es una apuesta por "educar a los niños en esa sensibilidad y en esos valores, además de ayudar económicamente y, con esta pequeña aportación, (de la venta de su obra) contribuir a que su realidad sea mejor, que les aporte una vida más digna", apunta el pintor.
La figura de Freddy Ginebra ha sido importante en este pálpito artístico de Adrados. Se conocieron al coincidir como jurado en la Semana Internacional de Teatro de Calle de Valladolid hace un par de años, y "establecimos muy buena amistad", se forjó un vínculo fuerte entre el artista español y el dominicano.
"Lidié con otras instituciones, pero Casa de Teatro me ofrecía lo que otras no_ por ahí han pasado artistas de diversa índole y de muy distintas disciplinas, y el hecho de que sea una casa de artistas me parecía muy seductor, al igual que la persona de Freddy", cuenta.
A pesar de su encierro con los lienzos, Adrados asegura haber tenido los ojos muy abiertos, ha intentado impregnarse de toda la esencia artística dominicana, y no solo de las artes plásticas.
"Me muevo con cineastas, con poetas, con actores; desde que estoy aquí me he relacionado con artistas y creo que se hacen cosas muy válidas, hay mucha gente con talento", dijo antes de volver a los pinceles.
La exposición permanecerá hasta el próximo 8 de marzo. Un mes de Latidos para dar vida, o una mejor vida a niños dominicanos; un mes para, como sugiere Adrados, bajarnos del tren trepidante, atender a los pequeños detalles, atender a su obra y, mejor todavía, llevar a casa alguna pieza para contribuir a la causa.
Por Agencias EFE
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