Jo,Jo,Jo... ¡Qué siga la fiesta!
martes, diciembre 30
¡Estamos en Navidad! Qué mejor momento para que los funcionarios electos, los funcionarios no electos y los aspirantes de estar entre “los elegidos” desaten una verdadera guerra de regalos, donde todo cabe: dinero, fundas, funditas, canastas, bebidas, fiestas, etc. Y es que en la Navidad, los dominicanos tenemos innumerables “santiclós” de todo los colores y géneros, pues también contamos con auténticas santiclós, que no se quedan atrás en el reparto, por lo que cabe preguntarse como damas tan elegantes se las arreglan para llevar una barba blanca y una almohada sujetada a la cintura para inflarles el vientre, y aun poder exclamar: “jo, jo, jo...” Y es que la Navidad es el momento propicio para que los políticos y las políticas dominicanas aceiten a sus seguidores para que no olviden que hay un trabajo por hacer, y unos votos que otorgar en las próximas elecciones.
En uno de los periódicos locales se informa que se están repartiendo tres mil pesos, o sea, unos 68 dólares, a los simpatizantes del partido oficial. Eso sí, todo muy concienzudamente organizado, pues el dinero se entrega en cheques, que pueden ser convenientemente cambiados por los beneficiarios, en el mismo lugar. Pero como siempre aparecen los que protestan por todo, algunos han denunciado que algún que otro repartidor ha intentado quedarse con mil pesos al momento de cambiarlos, siguiendo aquella regla de oro de que “él que parte y reparte, se lleva la mejor parte.” Lo que no se ha podido confirmar es el origen de dichos fondos, aunque se dice que “el asunto viene de arriba,” una respuesta que le parece contundente a algunos entendidos en escudriñar los laberínticos pasadizos de las alturas del poder. A lo que contestamos, “amén.”
Pero como no hay fiestas sin aguafiestas, los repartidores y sus seguidores denuncian que los fastidiosos de la sociedad “incivil” andan cuestionando esta práctica clientelista, en base a lo que unos de los santiclós calificó de “una perorata extemporánea, pues no comprenden que de lo que se trata es de celebrar en grande la llegada del Niño Dios, que vino a este mundo a redimirnos de nuestras pequeñeces, egoísmos y falta de moral”. A lo que volvemos contestar, “amén.”
Para zanjar esta polémica, algunos han sugerido que estas charlas moralistas se realicen en enero, cuando los santiclós y sus seguidores estén bajo los efectos de la resaca que inevitablemente les sobreviene en ese mes, luego que los primeros calculen lo gastado, principalmente aquellos aspirantes a elegidos, que son los más, pues por cada puesto hay infinidad de aspirantes; y luego que los compañeros y seguidores calculen lo recibido, a cambio de aceptar una vida con limitadas perspectivas y abundantes frustraciones. Pero mientras tanto, olvidemos estas graves meditaciones y digamos de una sola voz: “jo,jo, jo.
¡Qué siga la fiesta!”.
Por Felipe Auffant Najri
Empresario
axa.electrica@claro.net.do
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