Si creyera en magia negra, diría que Haití está maldecido, pero ese no es el caso. Aun así, me pregunto por qué Haití, un país considerado ya el más pobre del hemisferio occidental, se ha visto tan golpeado este año con tanto sufrimiento y desesperanza.
Han pasado casi 11 meses desde que un potente terremoto prácticamente destruyó la capital de Haití matando a casi 300,000 personas y dejando a más de un millón sin hogar. A pesar de que se prometieron millones de dólares de todo el mundo para ayudar a la recuperación, tan sólo se ha recibido un 15% y se ha avanzado muy poco. Los edificios están todavía en escombros y las familias siguen viviendo en condiciones insalubres e inhumanas en tiendas de campaña utilizadas como refugios al aire libre.
En esas circunstancias, era de esperarse que cuando el huracán Tomás golpeara la isla hace unas semanas, habría más muerte, destrucción y miseria en Haití. La epidemia de cólera ya existente, se ha multiplicado desde la tormenta. Hasta mediados de noviembre mas de 1,000 personas habían muerto por la enfermedad y muchas habían sido hospitalizadas con síntomas de cólera. En su desesperación, los haitianos se vuelven cada vez más violentos, atacando incluso un puesto de guardia de Naciones Unidas después de rumores de que un contingente de fuerzas de paz de Nepal había propagado la enfermedad.
No hay nada que se pueda hacer contra los desastres naturales. Ayuda de emergencia internacional en gran escala podría, tal vez, ayudar a controlar la propagación de la enfermedad. Pero lo que es totalmente inaceptable y evitable es otro degradante y desmoralizador fenómeno para la sociedad haitiana: El tráfico humano de jóvenes haitianos, hombres y mujeres, hacia la vecina República Dominicana.
por:María Elena Salinas
f/impre.com
2010 un Año trágico para Haití
martes, noviembre 23
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