Al actual gobierno peledeísta se le acusa no tan sólo de encabezar una de las administraciones más corruptas de nuestra historia, sino también de ignorarla, y sobre todo, de propiciarla. Y razones no faltan para tal acusación.
El pueblo dominicano, con ese humor que le caracteriza, ha caricaturizado la situación con expresiones como la de que “al gobierno llegaron en chancletas y hoy se pasean en jeepetas” (vehículos todo terreno). Sin embargo debemos admitir que la corrupción no es un asunto para tomarse con jocosidad, sino que merece ser enfrentado con seriedad y firmeza.
Los funcionarios gubernamentales se defienden con expresiones de que la corrupción no existe como tal, y que todo es un problema de “percepción”. En realidad, la impunidad con la que actúan los corruptos dentro del gobierno estimula a otros a seguir el mal ejemplo.
Aunque el Director del Departamento de Persecución Contra la Corrupción Administrativa (DCPA), Hotoniel Bonilla, afirmara que la corrupción en el gobierno se llevaba unos treinta mil millones de pesos al año, no hay un solo funcionario encarcelado acusado de corrupto.
Recientemente, en una actividad convocada para presentar propuestas dirigidas al control y disminución de los actos de corrupción, y frente a especialistas de organizaciones internacionales y miembros de la sociedad civil, éstos recibieron un balde de agua fría al oír de boca del Presidente Leonel Fernández que “ese fenómeno no existe en la República Dominicana, no hay un sistema organizado de promoción de la corrupción, no existe, lo que puede haber, como lo puede haber en cualquier lugar del mundo, es individuos aisladamente que incurren en actos de corrupción violatorios de la Constitución y de las leyes de la República, ese fenómeno sí existe, pero es diferente a un sistema de hipercorrupción de sistema organizado”.
Las voces contrarias a esta afirmación presidencial empezaron a llegar desde todos los sectores de la vida nacional, incluidos dirigentes de su propio partido, lo que empujó al presidente a negar lo que ya había dicho, y que nos recuerda aquella expresión popular que reza: “donde dije digo, quise decir diego”.
Al Presidente Fernández se le ve como un gobernante permisivo, extremadamente amigo de sus amigos. Pero eso no le exime de culpa.
Recordemos que siendo aun presidente de la nación, fundó su organización FUNGLODE, solicitando contribuciones millonarias de empresas contratistas del Estado dominicano, en una acción que le presentaba un conflicto de intereses. Se llegaron a publicar los cheques y los montos de estas contribuciones. Igual, en sus viajes al exterior, pagados en su totalidad con fondos de la nación, firma acuerdos como Presidente de su fundación al mismo tiempo que es recibido con honores por ser Presidente de la Republica. Lo que queremos señalar es que cuando se usa una posición oficial, para recibir cualquier tipo de beneficio, eso es corrupción.
Toda esta situación de corruptos y corrupción, puede ser resumida en dos estrofas de la décima “Los mangos bajitos” del dominicano Juan Antonio Alix:
Dice don Martín Garata,
Persona de alto rango,
Que le gusta mucho el mango
Porque es una fruta grata.
Pero treparse en la mata
Y verse en los cogollitos,
Y en aprietos infinitos…
Como eso es tan peligroso,
El encuentra más sabroso
Coger los mangos bajitos.
Por eso la suerte ingrata
De la Patria no mejora
Porque muchos son ahora
Como don Martín Garata,
Que quieren meterse en plata
Ganando cuartos mansitos
Con monopolios bonitos,
Con chivos o contrabando,
O así, de cuenta de mando,
Coger los mangos bajitos.
Enrique Santana
esantana@siglo21.com
f/siglo21.com
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