TURISMO RURAL Y ECOLOGICO EN LA FRONTERA:UNA APUESTA AL FUTURO.

jueves, julio 2

por: Sergio Reyes II

El proceso de desarrollo de un conglomerado social conlleva la focalización de aquellos aspectos que pueden servir como catalizadores para el logro de las condiciones socioeconómicas que garanticen la mejora en la calidad de vida del individuo, su núcleo familiar, la comunidad en que desenvuelve su accionar y, por extensión, el alcance de las condiciones básicas que tipifican el crecimiento de la nación.

La identificación de dichos objetivos así como la puesta en práctica de esquemas de trabajo que conlleven la integración de las personas, entidades e instituciones que estén unidas bajo una misma finalidad, se constituye en la pieza nodal, cuando de intereses comunitarios se trata. Una vez establecidos los recursos con que se cuenta, hay que proceder con la definición de cuales habrán de ser los medios, la metodología a ser aplicada y la priorización u ordenamiento en la puesta en práctica de dichos objetivos; todo ello, en pro de alcanzar la meta a que se aspira llegar.

Exponemos aquí, para conocimiento y análisis, la ejecución de una serie de medidas que conlleven la creación de un proyecto eco turístico, en aras de lograr el salto cualitativo en beneficio de los moradores de comunidades tradicionalmente desamparadas de la zona rural y suburbana de la frontera dominicana.



-I-


El concepto Frontera define una franja territorial de unos 382 kilómetros, que atraviesa la isla Hispaniola, y tiene como puntales notables, en el extremo norte, la desembocadura del río Dajabón o Masacre, en la Bahía de Manzanillo, aguas adentro del Océano Atlántico, y en el extremo Sur, el río Pedernales, en su desembocadura en el Mar Caribe.


Ambos ríos, junto a varios de sus respectivos afluentes y la colocación de una sucesión de 313 hitos o pirámides de demarcación, en lugares específicos y predeterminados por numerosos acuerdos y convenios, constituyen lo que finalmente devino en convertirse, a partir de los Tratados Fronterizos de 1929 y 1935, ratificados con el Protocolo de Revisión de 1935, en la Frontera Definitiva entre la República de Haití y la República Dominicana.

A lo largo de su extensión, la franja territorial experimenta cambios notables en su fisonomía y ambientación, lo que la lleva a ser, desde una zona densamente poblada y de terreno fundamentalmente llano, en el área en donde se conjugan las ciudades de Dajabón y Ouanaminthe (Juana Méndez), pasando por zonas boscosas, de espigados pinares, profundo colorido y majestuosos paisajes montañosos, como ocurre en el epicentro de la Cordillera Central y las sierras de Neyba y Bahoruco, hasta llegar a extremos inimaginables, desérticos y fantasmales, como los que tipifican -principalmente por efectos de la deforestación-, algunos trechos de la Carretera Internacional, que se extiende desde los alrededores de Villa Anacaona y Tiroli, hasta Pedro Santana y Bánica, en la provincia sureña de Comendador.

La necesidad de compartir un mismo territorio y padecer, en cierto modo, iguales penurias y necesidades, ora por las inclemencias de la naturaleza o por la desidia de sus gobernantes, ha motivado, a lo largo de la historia de ambos países, un acercamiento, mimetismo y afinidad entre las comunidades de ambos lados de la línea limítrofe, lo que ha originado el surgimiento de un interesante proceso de sincretismo cultural que incide en el comportamiento habitual de sus pobladores.

Esta arraigada formación y sus profundas manifestaciones en materia de lenguaje, creencias y ritos religiosos, comportamiento social, hábitos alimenticios, el folklore y la formación cultural en sentido general, deben ser la premisa principal a tomar en cuenta a la hora de asumir con seriedad un proyecto de incentivo eco turístico que conlleve la integración del factor humano constitutivo de las comunidades fronterizas.

Obviamente, las particularidades saltan a la vista, forman parte del sello distintivo de cada país y se han ido definiendo a lo largo de la historia en el largo proceso de construcción del concepto de Raza y Nación; pero, si queremos ser objetivos, debemos hacer hincapié en lo que nos une, antes que en lo que nos separa; mas aún cuando se enfoca un aspecto universal como el Turismo en el que, mas que anacrónicos e irracionales criterios chauvinistas se pone especial atención al aspecto de la igualdad y confraternidad entre todos los seres humanos.

La frontera tiene el privilegio de estar surcada por importantes cadenas montañosas, entre las que se destacan la Cordillera Central, que junto a sus montañas, valles y serranías ocupa las dos terceras partes del territorio de Dajabon y gran parte de la zona en donde confluyen los limites de esta provincia y sus iguales de San Juan de la Maguana, Santiago Rodríguez y Comendador. Más al sur se destacan las elevaciones de las sierras de Neyba y Bahoruco, de intenso verdor y abigarrada profusión de exponentes de la flora y la fauna de la isla, en la que destaca una gran cantidad de coníferas y otras especies endémicas o que, habiendo sido introducidas, encontraron hábitat ideal para su rápida y segura propagación.

Gran parte de las principales corrientes acuíferas del país tienen su nacimiento en la frontera, la atraviesan o forman parte intrínseca de ella, como es el caso, ya señalado de las redes Capotillo-Masacre y Pedernales, parte de cuyos recorridos forman parte integral de la propia línea de demarcación. El Río Artibonito, por su parte habiendo brotado sus aguas en territorio dominicano, constituye, junto al arroyo Libón los límites sureste y suroeste de la provincia Dajabón y, luego de penetrar al territorio de Haití se constituye en el principal suministro del líquido vital de dicha Nación y la base para obras de envergadura de tipo hidroeléctrico. Es allí en donde radica la importancia de su cuidado y preservación por ambas naciones, desde el punto de vista ecológico, político y social.

A lo largo de su curso, estas corrientes fluviales y otras que le son subsidiarias dan origen a espectaculares cascadas y saltos y la formación de hermosos y placenteros balnearios que son el deleite de moradores y algunos visitantes ocasionales, que pueden disfrutar la dicha de allegarse a estos paradisíacos lugares.

Otro tema no menos importante que queremos enfocar es el de la proyección histórica de la región fronteriza y la importancia de capitalizar dicho aspecto como puntal de interés para la promoción de la región. En sí misma, la frontera guarda incontables pasajes y vivencias que han ido marcando la zona en su devenir histórico a lo largo del desarrollo y crecimiento de las dos Naciones que se reparten la isla. Episodios bélicos, de heroicidad sin límites, que definieron actitudes y elevaron a estatura de gigantes a los prohombres de la Republica. Significa también la frontera el pasaje secreto, el camino obligado –en ambas direcciones-, el auxilio cómplice y el apoyo solidario de un vecino, cuando los dolientes de la Patria ofendida se levantaron en armas contra la anexión y encontraron, en El Cercado el martirio y en Capotillo la gloria y la redención. Allí también resonaron con furor los sables y los fusiles, cuando en los cerros de Juan Calvo, Chacuey, Las Mercedes y otras serranías, Desiderio Arias, Andrés Navarro, Ramón Taváres y otros invencibles maestros de la guerrilla hicieron de la línea noroeste y gran parte de la frontera su centro de operaciones bélicas para exigir a fuerza de bravura y decisión la reivindicación de las aspiraciones de las masas irredentas de la región.

Vistas así las cosas y sin abundar en otras consideraciones que no constituyen el objetivo central de este trabajo, podemos resumir en que, cualquier iniciativa que tenga por base proyectar a la región fronteriza con fines de promoción eco turística, debe estar afincada en los siguientes factores:

1.- Resaltar los aspectos más positivos de la idiosincrasia de los habitantes de la zona fronteriza, haciendo hincapié en su cultura, creencias, folklore y demás componentes del sincretismo cultural dominicano y sus particulares y específicas formas de expresión en la región.

2.- El aprovechamiento de las inigualables condiciones climáticas predominantes en la región, sus imponentes macizos montañosos, sus valles intramontanos, serranías incontaminadas, innumerables balnearios y paradisíacos escenarios y rutas panorámicas, entre montañas y llanuras, e invitan al pleno disfrute, la reflexión y la meditación. En una época en la que los destinos turísticos campestres, de montaña y de contacto directo con la naturaleza resultan mas atrayentes que la vocingleria y contaminación que impera en gran parte de las zonas de playas del país, la región fronteriza cuenta con un tesoro de incalculable valor, que debe comenzar a ser promovido, para disfrute de todos.

3.- Los diversos escenarios y monumentos con que se veneran y honran las gestas heroicas de la historia nacional, así como a sus protagonistas, representan piezas de importancia nodal, para consumo de propios y visitantes y debe constituir una legitima preocupación para autoridades y entidades de difusión histórica y cultural la labor de acondicionar debidamente dichos lugares y monumentos a fin de que muestren su mejor imagen, con dignidad y decoro. Asimismo, se debe proceder instruir y adiestrar a quienes han de servir de guías o centinelas de los citados espacios, con los conocimientos y las adecuadas informaciones que ha de recibir el visitante.

A Los monumentos conmemorativos de eventos bélicos se agregan aquellos destinados a la celebración de cultos y eventos religiosos (Iglesias, santuarios, lugares y sitios de peregrinación, etc. ), construcciones con fines ceremoniales o restos arqueológicos que guardan relación directa con la desaparecidos pobladores indígenas de la isla y los enclaves que sirvieron de asiento a las cimarronadas de esclavos negros alzados en tiempos de la Colonia, vestigios arquitectónicos representativos de estilos en boga en otras épocas o que se corresponden con sistemas políticos o periodos de dominación, así como las construcciones urbanas, o las humildes viviendas rurales que, en si mismas constituyen un claro exponente del nivel socioeconómico y la idiosincrasia de los diferentes estratos sociales que se dan cita en la región.



-II-

Hemos hecho un agrupamiento con fines meramente explicativos del aspecto cultural, geográfico e histórico , como elementos nodales para encaminar una propuesta de índole turístico ecológica. No queremos con ello soslayar, bajo ningún concepto, aspectos de índole sociológica que subyacen a la par con el individuo y que, en su momento, habrán de ser asumidos como parte de la esencia vivencial y de atractivo turístico que ha de serle ofertada al visitante; nos referimos, claro esta, a aquello que un gran dominicano ido a destiempo señalaba, con sobrada razón, que debía ir primero ; la gente!!

Y es que, en efecto, no puede haber turismo si en su estructuración, planificación y puesta en práctica no están integrados los actores principales de la trama: aquellos que viven o interactúan de manera directa en los escenarios en donde se ha de poner en ejecución una propuesta de corte turístico. Mas aun si, como en el caso que nos ocupa, se trata de comunidades de esencia fundamentalmente rural, a las que hay que concienciar en cuanto a la finalidad perseguida e instruir debidamente, para que puedan integrarse positivamente en la búsqueda de dichos objetivos.

Es importante subrayar, una vez mas, que la meta que se aspira alcanzar es el desarrollo socioeconómico de los habitantes de las comunidades mas distantes y depauperadas de la frontera y solo hacia ese objetivo deben enfilarse los esfuerzos.

Acorde con esa premisa, debe ponerse especial interés en la integración del individuo y su comunidad en condición de ente activo, que se constituya en facilitador compromisario de garantizar las condiciones optimas para el disfrute pleno por parte del visitante de los atractivos que aporta la región. Para poner un ejemplo, y dicho en pocas palabras, no limitar la participación local en ofertar pasivamente los deliciosos dulces y conservad de Monte Grande, el casabe de La Ceiba o las uvas de Neyba, entre otras múltiples delicias de la región, sino integrar además, al turista al proceso productivo y de elaboración o cosecha de los rubros mencionados, con lo cual éste podrá obtener una valoración personal mas directa del trabajo comunitario y, de seguro, una experiencia que perdurará en el recuerdo mientras dure su existencia.

Igual metodología ha de seguirse en comunidades eminentemente agrícolas, motivando la convivencia directa del turista con los residentes del lugar y estimulando su participación en las jornadas de preparación de la tierra, siembra, desyerbo, cosecha o recogida de los frutos, según el caso (Por ejemplo, cosecha de mangos, aguacates, maíz; recogida de café, habichuelas y guandules, entre otros); de igual forma, motivar la integración y aprendizaje interactivos en labores de ordeño de vacas, alimento y cuidado de animales de crianza y aves de corral así como otras tareas mas especializadas como construcciones y techado de bohíos, trazado de cercas y alambreado de estas, construcción de caminos vecinales, canales y acequias y operativos de reforestación, entre otras tareas comunitarias.

Todo ello, claro esta, sin obviar que, ante todo, el turista o visitante aspira a una estadía de pleno disfrute y diversión, sin agotamientos innecesarios y alejado de los conflictos de la vida cotidiana.

Es en este punto en donde aflora el alto componente folklórico de la región fronteriza, donde tienen su asiento y proyección en su máxima expresión la música de Palos o Atabales, el Merengue ‘Liniero’ o merengue típico y la estrella ascendente de la actualidad: la Bachata.

Por tanto, las visitas a lugares exóticos, participación y aprendizaje de importantes aspectos culturales, histórico-sociales y de la vida rural, siempre deben de tener como punto de equilibrio el pleno disfrute e integración en actividades festivas de solaz y esparcimiento o, en algunos casos, meditación y reposo.

Ex profeso, hemos dejado para el final, no por menos importantes, la relación de las actividades deportivas , de contacto pleno y observación de la naturaleza, de recorridos y paseos o de camping, entre otras que pueden tener cabida en la zona, así como los múltiples lugares que pueden ser sugeridos como opción al momento de elaborar el listado de las ofertas turísticas de la frontera y sus variados escenarios de playa, ríos y montañas.

A esos fines me limitaré a remitir al lector a echar un vistazo a un enjundioso ensayo, calzado con la firma del acucioso investigador de Restauración, el dilecto amigo Franklin Domínguez. El citado trabajo fue publicado hace unos meses bajo el título de “Ecoturismo en la Frontera” y gracias a la magia de la tecnología, hurgando en las redes digitales, en unos segundos podemos tener acceso a dicho documento y profundizar en las innumerables pautas y sugerencias que, con pleno dominio de la materia, expone Franklin.

He dejado también en el tintero el enfoque de aspectos de índole procedimental o simplemente administrativos sobre el manejo eco turístico, tales como transportación, alojamiento, alimentación y seguridad del visitante, la dualidad participativa campo-ciudad, así como tópicos elementales sobre las condiciones básicas que deben reunir los hoteles, pensiones y viviendas particulares, fondas, cafeterías, paradores de venta de productos, comestibles y souvenirs, establecimientos de diversión y otros de similar finalidad , que han de ser usados por los visitantes, así como las condiciones morales que han de reunir sus hospederos u acompañantes.

Este tema apenas comienza a desarrollarse. Juntos podremos trillar el camino, escribir los capítulos faltantes y asumir, de una vez por todas, la gran tarea.

sergioreyII@hotmail.com
07/01/2009. 11: 45 p.m.; NYC

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