El peligro de la adicción de los jóvenes a los SMS

viernes, mayo 29


No hace falta ser un observador muy sagaz para darse cuenta de que el teléfono móvil se ha convertido en un elemento indispensable para muchos adolescentes y jóvenes, en algunos casos casi un apéndice de su propio cuerpo. Pero esta dependencia puede generar preocupantes efectos secundarios, tanto físicos como psicológicos, como explica un artículo del diario New York Times.

Una de las actividades más comunes es el envío de mensajes SMS: han desarrollado su propio lenguaje y normas ortográficas, y han dotado a muchos adolescentes de una pasmosa velocidad a la hora de mover sus pulgares, habilidad que difícilmente podrán aplicar a otras tareas, pero que permite ahorrar mucho tiempo cuando se mandan condenas de mensajes cada día.

En Estados Unidos, los adolescentes envían una media de 2.272 mensajes al mes, alrededor de 80 diarios, según la consultora Nielsen. Esta cantidad duplica las cifras de hace un año, favorecida por los planes de tarifa plana en el envío de mensajes que han establecido operadores como AT&T o Verizon.

Esta especie de obsesión por estar en permanente contacto con sus conocidos provoca efectos como ansiedad, descenso del rendimiento escolar, privación del sueño, estrés y lesiones musculares. Lo cierto es que aún es pronto para afirmar que el abuso de los SMS puedan provocar un verdadero problema de salud, pero algunos investigadores creen que esta adicción afecta al desarrollo de los adolescentes.

Por ejemplo, Sherry Turkle, una psicóloga del MIT que ha estudiado durante tres años la relación de los adolescentes con el móvil, cree que esta adicción les impide madurar e independizarse de sus padres.”Si una adolescente escribe 15 mensajes al día a su madre preguntándole qué zapatos ponerse, entonces la tecnología está impidiendo que se convierta en un adulto autónomo”, afirma.

También, prestar continua atención al teléfono distrae de otras tareas, y las prisas por contestar un mensaje nada más recibirlo generan ansiedad. La comunicación constante se convierte entonces en enemiga de la tranquilidad, con consecuencias incluso físicas, como lesiones y dolores en dedos y muñecas.

Además, un problema adicional es que muchos padres se despreocupan del asunto, ya que no le prestan tanta atención como al control de las horas que pasan sus hijos jugando a la consola o navegando por Internet. Una vez pagada la tarifa plana mensual, se olvidan de ningún tipo de control.

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