cortesia de:Sergio Reyes II.
“Dajabón al fin!! …
Un pueblo de cana tostada por el sol más fuerte de la isla. Aldea pajiza, de estampa indígena, con sus tres calles vacías y soñolientas, que termina en el Masacre, donde el pueblo lava sus pies de barro” .
PRESTOL CASTILLO, Freddy. “El Masacre se pasa a pie”. (21, 22).
Las cristalinas y juguetonas aguas que brotan de la falda del Pico del Gallo, en la vertiente norte de la Cordillera Central, a unos 15 kilómetros al sudeste de Loma de Cabrera, para dar vida al Río Masacre, se descuelgan inicialmente por empinadas cuestas en las que se suceden hermosas caídas o saltos donde se exhibe la naturaleza en todo su esplendor. Impetuosas corrientes, que arrastran todo cuanto se interpone a su paso, van siendo alimentadas por los múltiples ríos y cañadas que le tributan su caudal a lo largo de su accidentado recorrido. En los alrededores de La Ceiba recibe las cantarinas aguas del río Dajao, y más abajo, en Loma de Cabrera, el torrente acuoso da vida al hermoso balneario de El Salto, un escenario acondicionado por la naturaleza para constituir las delicias de los bañistas y el orgullo de los Lomeros, por la frescura de sus aguas, la solidez de las rocas que bordean el charco y la impetuosidad del volumen acuático que cae desde lo alto de las peñas, a una altura de mas de 10 metros.
Luego de circundar la ciudad por el noreste, el Masacre sigue un recorrido que le induce de más en más hacia el noroeste, y, tras haber recibido las aguas del Manatí o Loyman, río prodigo en jaibas, anguilas y camarones, se desliza suavemente en un relieve de altibajos y acoge el tributo de añejos manantiales que se descuelgan de la ladera sur del Cerro Juan Calvo, en los alrededores de la reservación militar de Don Miguel, donde su curso experimenta un abrupto giro hacia el oeste, para recoger las aguas del Capotillo o Bernard.
Recibida de este la encomienda de continuar guardando la frontera a partir de este punto, el Masacre desarrolla entonces un recorrido hacia el norte, con algunas sinuosidades propias de los accidentes del terreno, en el que contará con el privilegio de ser mimado –y vigilado, a la vez- por las dos comunidades que se reparten sus orillas. De los hechos, rebatiñas y vicisitudes padecidas por los integrantes de los asentamientos humanos ubicados en ambas márgenes de este tan codiciado río, están plagadas las páginas de los textos de historia de nuestros países, sean en español o creole sus escrituras y según cuál fuese el dictado de los intereses defendidos por el redactor de turno. Sólo nos detendremos, brevemente, para anotar que, hasta el origen mismo del nombre guarda un aspecto traumático. En efecto, “ … el río Masacre solía llamarse Gutopana, pero en 1728, soldados españoles sorprendieron a 30 bucaneros franceses que cruzaban el río hacia el Oeste, cargados con productos robados en la arte este, una practica frecuente entonces. Los bucaneros fueron todos muertos por los soldados y desde entonces se conoce como Río Masacre”.
AQUINO GARCIA, Miguel Holocausto en el Caribe. (113).
Teniendo a la aduana y al Puente Internacional como enlace de la ciudad de Dajabón y el poblado de Juana Méndez, el río discurre silencioso frente a ambas poblaciones, para dirigirse hacia el norte en un terreno casi totalmente llano. El tránsito taciturno de sus aguas, seriamente disminuídas por los canales Juan Calvo, la Granja y La Vigía, -que habrán de alimentar 3,500 hectáreas de tierra, cultivadas, principalmente, de proyectos arroceros, apenas permite evocar el poderío que en otras épocas adornaba a esta corriente fluvial, a tal extremo que una gran parte de su recorrido, a partir de Dajabón, debía ser atravesada en botes y embarcaciones pequeñas.
El desgaste producido por la deforestación, unido a la mengua de sus aguas por efecto de la canalización, ha provocado que, en efecto, como lo afirma la novela de Freddy Prestol Castillo, el masacre de hoy, se cruce, a pies; sin embargo, en la época a que se circunscribe la obra, la realidad era otra, quedando el citado título como elemento retórico y literario, mas que como expresión fiel de la realidad.
Siguiendo al norte, su curso se dispersa por los cenagales de Sanché, formando incontables islotes, lagunas y tremedales, hasta terminar por desaparecer de la superficie y quedar engullido por la Laguna Saladilla, en territorio de la provincia Montecristi.
Al abrigo del cieno que se forma en esta amplia zona, encontró habitáculo en el pasado el temible cocodrilo (Crocodylus acutus), homólogo de la misma variedad de reptiles que crece, se desarrolla y multiplica en el Lago Enriquillo, en la provincia Independencia, al sur de Dajabón.
En esta zona, a unos 5 kilómetros antes de la desembocadura, los diversos caños en que se bifurca el río dan origen a la formación de dos isletas: la primera se conoce comúnmente como Isleta de los Caimanes, y la otra como Isleta del Masacre. Esta ultima queda comprendida entre el caño denominado como Brazo de Don Sebastián o Español y el Brazo Francés (Bras gauche).
Finalmente, el cansado río desaparece, completamente turbio e infestado su caudal acuático, en las cercanías de Manzanillo, en cuya bahía desemboca, para completar su misión de definir los puntales del territorio nacional, por el norte de la isla.
Y, completada la obra, tras haber recorrido un largo trecho de 55 kilómetros y regado una extensión de 3,500 hectáreas de terrenos agrícolas con sus caudales naturales y a través de sus tres canales, se sumerge en el Atlántico, confundiéndose con este.
f/elmasacre.com
EL MASACRE, NO SIEMPRE SE HA CRUZADO A PIE.
lunes, mayo 18
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