La fotografía tradicional inevitablemente sufrirá una cierta decoloración con el paso del tiempo, y se volverá amarillenta, pero la foto en formato electrónico puede resultar tan ilegible para los ordenadores de dentro de cincuenta años como una tarjeta perforada de la década de 1960 en un ordenador actual, una consecuencia inintencionada de nuestro mundo en rápido proceso de digitalización que podría acabar llevándonos a una "Era Oscura Digital".
El peligro de esa posible y cercana Era Oscura Digital nace de la enorme cantidad de datos en formato electrónico esparcidos por doquier a través de la imparable y creciente Economía de la Información. En el último recuento, ese volumen de datos se cifró en cientos de exabytes, incluyendo registros electrónicos, archivos de recaudación y gestión de impuestos, e-mail, música y fotos. Un exabyte es un número de bytes que se escribe como un 1 seguido por 18 ceros.
La preocupación que inquieta a los archivistas y a los expertos en ciencias de la información es que, con el constante y vertiginoso cambio de plataformas, soportes y formatos de documentos, muchos de los datos que hoy estamos produciendo podrían acabar cayendo en una especie de agujero negro de la inaccesibilidad.
Si no podemos conservar la información actual para que las generaciones futuras accedan a ella, la civilización humana perderá parte de su cultura.
En contra de lo que se suele creer, los datos electrónicos han resultado ser bastante más efímeros que los libros, revistas y periódicos de papel, y que los cuadros en lienzo físico. ¿Después de todo, cuál fue la última vez que usted abrió un archivo de WordPerfect o trató de leer un disquete de 8 pulgadas, o sin remontarnos tan atrás en el tiempo, uno de 5,25?
Incluso en el transcurso de 10 años, puede darse una evolución lo suficientemente rápida en las maneras en que la gente almacena la información digital y en los programas que se utilizan para acceder a esos datos, como para que los formatos de archivo puedan volverse obsoletos.
Las cintas magnéticas, que almacenan la mayoría de las copias de respaldo de grandes volúmenes de datos informáticos del mundo, pueden degradarse en el transcurso de una década. Según la página web de los Archivos Nacionales Estadounidenses, a mediados de los años 70 sólo dos máquinas podían leer los datos del censo estadounidense de 1960: una en Japón y la otra en el Instituto Smithsoniano. Algunos de los datos recolectados por las dos naves Viking de la NASA que descendieron en Marte en 1976 son ilegibles y se han perdido para siempre.
Desde una perspectiva cultural, existe una cantidad enorme de contenido que ahora sólo está disponible en formato digital o incluso que se desarrolla exclusivamente para este medio.
El correo electrónico es un ejemplo clásico. Hoy en día tiene una enorme presencia en el ámbito de los negocios y en toda institución gubernamental. Si esa información se pierde, se habrá perdido el registro de lo que realmente ha ocurrido en el mundo moderno. Y ya hay ejemplos claros y de gran relevancia política. Al respecto, cabe citar la pérdida del archivo de correos electrónicos de La Casa Blanca del periodo previo a la Guerra de Irak, durante el cual se habrían tratado las razones para empezar tal guerra.
Con el estado actual de la tecnología, los datos son vulnerables al borrado accidental y al deliberado. El objetivo que se debe alcanzar es un medio en el que se pueda garantizar que los datos no desaparezcan como consecuencia de accidentes, de actos malintencionados, o incluso de negligencias suaves.
Los expertos consideran que habría también un impacto económico por la pérdida de información resultante de una era oscura digital. Se perdería dinero porque se perdería la enorme inversión económica realizada en bibliotecas y archivos para la digitalización de materiales destinada a hacerlos más accesibles. Algo similar sucedería con la información digitalizada por los organismos oficiales, desde gobiernos hasta ayuntamientos, ya que están invirtiendo enormes sumas para hacer que los documentos estén disponibles en formato electrónico para el público.
Los videojuegos, como parte de la cultura de las últimas décadas, son un caso especialmente notable de ese envejecimiento acelerado de lo digital y del advenimiento de esta Era Oscura de la Información en formato digital. ¿Cuántos videojuegos, diseñados en la década de 1980 para máquinas ya obsoletas, y no digamos de la de 1970, son capaces de funcionar debidamente en equipos y sistemas operativos modernos para que los antiguos jugadores adolescentes se los muestren hoy a sus hijos?
Para evitar una era oscura digital, el profesor Jerome P. McDonough, experto en biblioteconomía y ciencias de la información, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, dice que necesitamos determinar la mejor forma de preservar datos valiosos y de mantenerlos accesibles, utilizando para tal fin una estrategia de múltiples frentes, que incluya migrar los datos a formatos nuevos, crear métodos para hacer que los softwares viejos funcionen en las plataformas existentes, utilizar softwares y formatos de archivo de código abierto, y en definitiva crear datos que no sean tan dependientes del medio.
Caminamos hacia una "Era Oscura Digital"
jueves, diciembre 4
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