OPINIÓN: ¡Cuidarse de la Policía!

lunes, agosto 24

Cuando en una sociedad la ciudadanía tenga que cuidarse de la autoridad que está llamada a preservarle su vida y bienes, es porque sencillamente algo anda mal, muy mal. Parece paradójico, pero lamentablemente es real. El frecuente involucramiento de policías y también de militares, aunque en menor proporción, en crímenes y delitos está generando un creciente sentimiento de desconfianza hacia quienes tienen como misión esencial combatir la delincuencia. La muerte en las primeras horas de la madrugada del pasado viernes de la joven estudiante de periodismo Franchesca Lugo Miranda durante un intento de atraco en el cual se involucra a dos policías activos y un exagente, es un alarmante caso que ilustra elocuentemente por qué la creciente percepción de que la Policía Nacional está infectada por la delincuencia. Del famoso y viejo sistema descrito como “picoteo”, en ocasiones con tono de extorsión, la inconducta y actuación de ciertos miembros de la Policía ha ido aumentando el grado delictivo, llegando hasta robo de drogas, de dinero a viajeros que llegan del exterior con elevadas sumas de divisas, hasta formación de bandas y asociaciones de malhechores. Las generalizaciones no son buenas. Sería injusto atribuirle conducta delictiva a la colectividad policial. Hay en la institución hombres y mujeres honestos, capaces, que probablemente sean la mayoría. Pero aplicando el refrán que dice que una mala res hace perder un ganado, el constante involucramiento de policías, desde rasos hasta oficiales superiores, está echando a perder la credibilidad de la institución. Y eso es muy grave porque no se puede creer en lo que no se confía. Son escándalos tras escándalo protagonizados por los propios miembros los que están deteriorando aceleradamente la imagen policial. Todavía están en fases de investigaciones primarias en la Justicia los casos del robo de drogas en el Dican y del asalto a una viajera que llegó con una alta suma de euros, cuando ahora se asocian dos policías activos y un antiguo policía con un civil para seguir e intentar atracar a cuatro jóvenes que regresaban a sus hogares tras terminar sus operaciones en un pequeño negocio de comida que operan en la zona del Malecón. Quienes debían darles protección, garantizarles su integridad, sencillamente los siguieron con intención de asaltarlos, con el trágico desenlace de una vida joven perdida. Qué pena. Lo que está mal hay que corregirlo. Por el Caribe

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