Adicto al móvil? Descúbrelo aquí

martes, agosto 18

Suena el despertador -léase la alarma del móvil-, te despiertas, coges el teléfono -que, por supuesto, no estará muy lejos de nuestra almohada- mientras intentas abrir los ojos y desperezarte, apagas la alarma, compruebas si tienes alguna notificación y abres la primera aplicación, la misma que abrirás unas sesenta veces más, pongamos por caso, a lo largo de todo el día. Twitter, por ejemplo. Luego -seguimos en la cama-, abres alguna más y envías un par de WhatsApps. Cuántos de vosotros os reconocéis en esta secuencia de hechos? ¿Podría indicarnos esta rutina que somos adictos al móvil? Nuestro ‘smartphone’ se ha convertido en una extensión de nosotros mismos. Convivimos con él las 24 horas del día y solo el hecho de dejárnoslo olvidado en casa nos provoca ansiedad; nos sentimos incomunicados. Actualmente lo utilizamos para tantas cosas que nos parece imposible no consultarlo cada cierto tiempo. Estos son algunos de los síntomas que revelan que tú también eres un adicto a tu iOS o Android. Te crees que todo es táctil: Estamos tan absorbidos por las pantallas de nuestros teléfonos que cuando vemos otros aparatos y otras pantallas instintivamente los tocamos, pensando que obedecerán las órdenes de nuestros dedos. Pero no, hay cosas que siguen utilizando mandos y teclados para funcionar. Intentas ampliar fotos que te enseñan con los dedos: Comida familiar, por ejemplo. Tus padres traen a la mesa el viejo álbum de fotos y notas esa atracción fatal hacia el zoom in. ¡Cómo te gustaría en ese momento ampliar la foto con los dedos! No vas a ningún sitio sin la batería externa: Puedes olvidarte de las llaves de casa -lo haces, a veces- pero nunca de la batería externa del móvil, porque estás muerto si eso ocurre. Quedarte sin batería es algo que temes y que intentas evitar día tras día. Tu obsesión es tal que llegas a tener en el bolso o mochila el cargador del móvil y la batería externa a la vez -por si no encuentras un enchufe cuando más lo necesitas-. Quieres usar la calculadora pero entras en Twitter, Facebook… Abres el móvil porque quieres hacer una cuenta en la calculadora, o consultar el calendario, o simplemente la hora, pero te sorprendes a ti mismo consultando Twitter. Cierras el teléfono porque se te ha olvidado para qué lo habías desbloqueado -hasta diez minutos después-. Lo compartes casi todo instintivamente: Te has preparado un delicioso desayuno, pero además te ha quedado de foto. ¿Por qué no compartirlo con los amigos de Instagram? La haces, le aplicas algún filtro si es necesario y… “compartir”, porque el mundo tiene que saber que te vas a zampar unas tortitas con mermelada bien ricas. Buscas una calle en Google Maps aunque la tengas delante de tus narices: No será la primera vez que buscas una calle en Google Maps y la tienes a dos pasos de ti. ¿Nos resulta tan difícil guiarnos por los letreros de las calles, que tenemos que utilizar Maps para todo? Muchas veces no tenemos disculpa; vamos ensimismados en la conversación de WhatsApp de turno en lugar de fijarnos por donde pisamos. Revisas constantemente si tienes actualizaciones: Cuando ves alguna notificación de actualización disponible te emocionas. “¿Qué novedades traerá la aplicación?”. Cuando no las ves te impacientas y las buscas. Revisas mil y una veces la tienda de aplicaciones. Fuente: Agencias

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