‘Nando’.-Así se le conoce en ‘Loma’: ‘Nando’; a secas.

jueves, agosto 27


por Sergio Reyes II.
Como un diminutivo coloquial usado por cercanos familiares y sus más asiduos y fraternos amigos y compueblanos que le conocen de antaño, desde antes de ascender al rutilante mundo del estrellato. Tiempos de ordeño de vacas y otras humildes tareas propias de la vida provinciana, bajo un estricto régimen familiar, y, por sobre todo, la severa y escrutadora mirada de un enérgico y ortodoxo padre. Tiempos, también de inenarrables andanzas y travesuras de muchacherías y de interminables chapoteos y zambullidas en el Masacre, ya fuese en las espumosas aguas del ‘Salto’ o en los incontables charcos encerrados entre pedregones, por detrás de La Manicera o mas allá de ‘Barrio Norte’.

Tiempos, en fin, de gorjeos y contraltos, ensayos y entonaciones, en el Coro de la iglesia, coqueteando con las partituras y las impresionantes vocalizaciones en elevado tono que le granjearían la admiración de las muchachitas del pueblo, constituirían el asombro de la feligresía en la misa dominical y servirían de basamenta y desarrollo vocal para el auspicioso camino que, desde ya, le auguraba el destino.

Con más bendiciones de las que podían caber en su humilde equipaje partió un día hacia la Capital, a comienzos de la década de los 70’s, a representar a su lejano poblado fronterizo en un certámen en busca de talentos musicales. Le acompañaba el cariño y la esperanza de un pueblo emprendedor, con un largo historial de luchas y sacrificios y que, a pesar de ello, para muchos estaba en el anonimato, perdido en las intríngulis de las burocracias estatales, ajeno a los manejos presupuestarios y huérfano de iniciativas desarrollistas que pudiesen ser impulsadas por legisladores electos o por ineptos funcionarios designados por capricho.

En el elevado timbre de su voz, manejo del escenario y la confianza en sí mismo nadaban, envueltos en un éxtasis de frenesí, no solo las expectativas de triunfo de las gentes de ‘Loma’ que con enfebrecida emoción siguieron por la radio y la televisión las diferentes etapas del evento artístico, sino también las de grandes sectores de la población de todo el país que se iban dejando envolver por el encanto y el carisma de aquel mozalbete que, a sus 15 años y contando apenas con su voz, iba superando rondas, escalando peldaños, aumentando los niveles de votación del jurado y colocándose como favorito, al lado o por encima de otros participantes con mucho más ‘horas de vuelo’ y niveles de preparación artística que él.

Un retorcido manejo de las Reglamentaciones de aquél Festival de la Voz, así como el acomodaticio manejo de las conveniencias estratégicas y mercadológicas del evento, empujaron a aquel descollante fenómeno de la popularidad a un lejano 5to. Lugar en la tabla final de ganadores del certamen artistico. Esta amañada decisión, que fue virulentamente repudiada en principio por una enardecida población que había seguido paso a paso el evento, terminaría finalmente siendo aceptada a regañadientes, dejando, paradójicamente, como enseñanza positiva, el hecho de que en la vida las cosas se consiguen luchando a brazo partido, poniendo en tensión el esfuerzo y el espíritu de superación personal.

Con esas enseñanzas a cuestas y un formidable fardo de experiencias en su maleta de viajero, habría de regresar el nóvel artista, a compartir con su pueblo un triunfo mediatizado que, para los suyos, era mucho mas relevante aún que si hubiese obtenido el primer lugar: significaba la proyección hacia el país y el mundo de alguien salido de las mismas entrañas de estas tierras y estas latitudes.

Significaba, también, que, en lo adelante, no se hablaría a secas de ‘Nando’, el espigado jovencito de inigualable voz del coro de Loma de Cabrera, sino que todos estábamos plantados en el umbral de la historia, como privilegiados testigos del despegue de la más fulgurante y carismática estrella del universo artístico dominicano: Fernandito Villalona.

-II-

De ‘Buenas intenciones’ está plagado el camino del infierno; Y de malas compañías, tambien!.

La imagen de baladista que se proyectó en principio sufrió ciertos reajustes a medida que, con el paso de los años, y el rebase de la adolescencia el nóvel artista empezó a manifestar cambios notables en su timbre de voz: había que armonizar las tonalidades musicales con las posibilidades vocales del ascendente artista.

No obstante, la producción discográfica inicial, basada principalmente en baladas como Lagrimas para un recuerdo, Mayra, Para olvidarme de ti, y otras de igual calidad, popularizadas en el histórico certamen o escritas a propósito para su lanzamiento musical, contó con una considerable acogida en el público. El apoyo y asesoría ofrecido por Rafael Solano, Yaqui Núñez del Risco, Mundito Espinal, Augusto Guerrero y otros influyentes artistas, compositores y personas del mundo de la farándula dominicana comenzó a perfilar la figura de Fernando en una nueva dimensión, que le condujo a incursionar en el merengue, con la orquesta “Los Hijos del Rey”, creada por el director de orquesta Wilfrido Vargas, como una opción juvenil en la difusión del género vernáculo.

Éxitos como Barahona, Tatico Henríquez, Pato Roba’o, Chiquitita, y otros, forman parte de esos primeros pasos en el arte, etapa en la que compartió escenario con figuras que también trillaban el sendero de la proyección artística, tales como Raulín Rosendo, Bonny Cepeda y los hermanos Tito y Luís Kenton, entre otros.

Mas adelante asumiría la formación de su propia orquesta, en un proyecto familiar que integraba a sus hermanos Martín (Director Musical), Aramis y Angelito (Coreografía y acompañamiento en algunas canciones). Este último comenzó a destacarse en la composición y varios de sus trabajos fueron asimilados en la oferta musical de la orquesta convirtiéndose en resonantes éxitos musicales, labor que ha continuado desarrollando hasta el presente. El nóvel cantante Alex Bueno, oriundo de la población santiaguera de San José de las Matas, también se integró a la orquesta y allí dió los primeros pasos de su exitosa carrera en el convulso medio artístico.

Fueron años tumultuosos, de incesante actividad artística y desbordante incremento en la popularidad del joven merenguero y baladista. Años en los que cada pieza musical era seguida con delirio y frenesí por un público identificado plenamente con la euforia y el carisma generado a su paso por el artista.

A tono con el dominio escénico y la empatía generada entre Fernando y sus delirantes seguidores, surge la idea de bautizarle con el sobrenombre de El Mayimbe, término con que se designa a los dueños, jefes o personas influyentes y de cierto nivel de mando en las plantaciones cañeras de Cuba.

La idea fue impulsada por el empresario cubano Mateo San Martín, del sello disquero Kubaney que administraba la representación discográfica de la orquesta de los Villalona y el resultado fue de tal magnitud que, a la fecha, es imposible evocar la figura de Fernando sin asociarla con el sobrenombre. De igual forma, en la cultura dominicana el término se ha conceptualizado para identificar a los máximos exponentes de niveles de poder, calidad y excelencia, no solo en materia musical sino también en cualquier aspecto del desenvolvimiento social.

El impacto de la fama, con la vida licenciosa, los lujos, excesos, oropel y las engañosas fantasías que, por lo general, ésta lleva aparejadas, influyeron decisivamente en la conducta de Fernando Villalona, afectando drásticamente su vida artística y personal y envolviéndolo en una vorágine de diversas adicciones e inestabilidad sentimental que estuvo a punto de echar por la borda su carrera artística, produjo hondas heridas en su vida conyugal y el resto de su entorno familiar y resquebrajó el cariño, respeto y aceptación que le profesaba su público. El efecto negativo de las desenfrenadas influencias del medio artístico, las malas compañías con las que se codeaba –alguna de las cuales interactuaban demasiado cerca de su persona, en el seno de la orquesta, sus asesores artísticos y su círculo más íntimo de amistades-, unido a su inmadurez emocional y ciertos traumas recurrentes de su personalidad derivados del hecho de haber recibido de parte de su progenitor una formación basada en cánones en extremo severos, coadyuvaron a que el Mayimbe condujese su vida por el sendero del fracaso, sin que se vislumbrasen posibilidades reales de recuperación.

Incumplimientos de compromisos artísticos, tardanzas, indisciplinas, deterioro físico y moral y una preocupante disminución en las cualidades vocales que constituían su más valiosa oferta musical, comenzaron a gravitar de más en más en amplios sectores de la población, que censuraban a viva voz la ocurrencia de estos desmanes.

Como consecuencia de lo anterior, empezaron a generarse una serie de conflictos de tipo legal que gravitaron poderosamente en la opinión pública nacional e internacional, acarreándole persecuciones policiales, apresamientos, boicots a sus presentaciones, campañas públicas en su contra, limitaciones y obstáculos para viajar al extranjero junto a la orquesta, enfrentamientos con empresarios disqueros y promotores artísticos, escándalos en sus presentaciones públicas –a causa, principalmente, de su recurrente inclinación a incumplir los horarios de trabajo acordados con los organizadores de eventos-, y así sucesivamente, hasta completar un extenso rosario de agravios y actitudes ajenas a lo que debe ser la imagen de un artista de su estatura y ascendencia en el seno del pueblo.

III
Un sendero de flores y espinas.

Siguiendo a la par con tales ocurrencias, la producción musical seguía en ascenso de manera vertiginosa, a tal nivel que, por momentos, aparentaba que su inmensa popularidad estaba por encima del descrédito que se iba labrando a su paso. Más aún, su público le perdonaba todos sus yerros y confiaba a ciegas en sus posibilidades de rehabilitación y en la reiterada disposición, expresada por el propio artista, de renunciar a las andadas.

Piezas como Se que te perdí, Sin Sangre en las venas, Payaso, Compañera, Penélope, La Juventud, Te amo demasiado, Quijote, Seré, Delirante amor, Confundido y un interminable listado de hermosas composiciones musicales de profunda significación emocional contribuyeron a afianzar el dominio escénico de Fernando, tanto en su condición de baladista como de merenguero.

La versión remozada del tema Carnaval de la autoría de Luís Dias -que ya había sido grabada en la voz de Sonia Silvestre-, adquirió nuevos matices al ser reintroducida con nuevos arreglos en una formidable versión encabezada por Villalona. En el presente, constituye, quizás, la versión mas popular, jamás lograda para un tema carnavalesco dominicano y la gente se contagia bajo el estribillo ‘Baila en la calle, de noche, baila en la calle, de día, … ‘

A fin de contribuir a mejorar la imagen pública del Mayimbe, en uno de esos tumultuosos episodios en que éste tuvo que enfrentar la acción legal como consecuencia de sus desmanes y excesos, sus manejadores efectuaron una jugada maestra al grabar y poner en circulación, casi en el umbral de la cárcel, una producción musical de gran calidad y profunda valoración emotiva y sentimental. Basada en temas dedicados a la mujer y de manera principal a Madres y Abuelas, además del Padre, la maravillosa voz de Fernando atrapó las más escondidas fibras del sentimiento humano y a partir de ese momento, puede decirse que se produce una estrecha ligazón entre el pueblo y su artista, en la mejor disposición de apoyarle y vigilarle en el difícil, pero no imposible, camino de la rehabilitación y reinserción en la sociedad. Dicha producción contiene temas como Dios te salve mujer, Serenata a Mamá, Abuelita, Te Prometo, El retrato de Mamá y otros que hoy por hoy constituyen símbolos del amor filial.

IV
El ‘Niño Mimado’.-

Este complejo y versátil ser humano que responde al nombre de Fernando Villalona profesa un inmenso amor por su pueblo, su gente, su región y su pais. Nadie como el lo ha expresado de manera tan abierta y tan contundente, en los hechos y en sus canciones.

A pesar del obligado alejamiento del terruño, a fin de atender debidamente sus numerosos compromisos con el arte, siempre se ha cuidado de mantener la conexión indisoluble con el pueblo de Loma de Cabrera, así como con Santiago Rodríguez, en donde residen algunas ramificaciones de la familia. Cada año, por apretada que esté su agenda, hace un alto en los compromisos y se dirige a su pueblo al acercarse el 21 de Enero, fecha dedicada a venerar a la Virgen de la Altagracia, Patrona Espiritual del pueblo dominicano y de Loma de Cabrera en particular. Junto a los miembros de su orquesta, amigos e invitados nacionales e internacionales, auspicia eventos artísticos y deportivos que motorizan y llenan de brillo y colorido la celebración de las Fiestas Patronales.

De igual forma, es conocido de todos el apoyo sostenido que viene ofreciendo desde hace mucho tiempo a la ejecución de obras comunitarias y de bien social, entre las que se destacan el auspicio al Hospital Maternidad de Loma de Cabrera, apoyo a escolares, niños enfermos y envejecientes.

Dominicano soy, Pueblo Mío, Regreso, Profeta en su tierra, Quisqueyano, Santiago, Barahona y otras conocidísimas composiciones han recorrido el mundo en su voz, a la par del Himno Nacional Dominicano, poniendo a rodar torrentes de lágrimas de nostalgia en homenaje sublime a la ‘patria chica’ y la Patria Grande, cuando la soledad de la lejanía hace evocarla con el cariño y la devoción con que sólo el Mayimbe sabe describirla.

La trayectoria artística de Fernando ha sido de tal magnitud que trasciende la esfera de la insularidad y se proyecta hacia otras latitudes como un ícono que identifica a los dominicanos a través del mundo. Como otros tantos compatriotas que se han destacado en el arte y en diferentes disciplinas, la postura asumida por este artista en cualquier aspecto será tomada como parámetro –positivo o negativo- para equipararlo como un común denominador que englobe a todos los nacidos en esta tierra; mas aún si tomamos en cuenta que en la generalidad de los casos la opinión publica es proclive a ofrecer mayor nivel de cobertura a la difusión de las facetas negativas y acontecimientos que difunden las debilidades y miserias humanas e incitan al morbo, y prefieren ignorar o enfocar de manera superficial los aspectos positivos que rodean la vida del individuo en cuestión.

Es por ello que debemos sentirnos satisfechos al constatar los significativos cambios experimentados en la vida de este artista en la actualidad, que redundan positivamente en su condición artística, como hijo, padre, esposo, abuelo y como ente social. Se ha reconciliado con la vida, con su pueblo, su familia y sus hijas y, por lo que sabemos, su matrimonio marcha sobre rieles, de lo que también nos alegramos.

Y esto lo expresamos de manera frontal, sin ambages ni medias tintas. Y sin pasar factura.

La mano de Dios, el amor de su familia y su pueblo y su profunda convicción y fuerza de voluntad han hecho de el Mayimbe un hombre nuevo. Estoy convencido de ello desde hace mucho y en cada ocasión en que le escucho hablar y exponer su parecer sobre tópicos trascendentales, con un alto sentido de madurez y ecuanimidad, me reafirmo más en ese criterio.

Todos debemos sentirnos reconfortados de saber que en el presente trilla caminos de amor, respeto a su trabajo y salud física y espiritual. Su actitud atestigua la honestidad y convicción que le impulsan en el trascendental camino de reafirmación espiritual y de fe que transita en la actualidad y que debe de servir de ejemplo de todo cuanto puede lograrse cuando actuamos correctamente. Aquel que todo lo puede le ha extendido una hermosa oportunidad que está aprovechando al máximo para seguir siendo el valioso artista que todos admiramos en el, por encima de detractores gratuitos y resentidos sociales que, sin aparente motivo persisten en usarlo como chivo expiatorio y de tiempo en tiempo, dejan fluir venenosas insinuaciones y rumores -por demás desfasados de la realidad-, en su contra.

El Mayimbe, Fernando Villalona seguirá su carrera, cosechando éxitos y poniendo en alto su arte en el país y en el extranjero. Y al volver en viaje de descanso a su pueblo de ‘Loma’, a nadar de nuevo en las espumosas y juguetonas aguas del Masacre, a marotear frutas en los patios de los vecinos y desandar los pasos por calles que suben y bajan, para nosotros seguirá siendo el inquieto muchacho hijo de Ángel Ramón Villalona –Cabito- y Arcadia Evora, el hermano, el amigo fraterno, el vecino, el ‘niño mimado’ de Loma de Cabrera.

… Simplemente, Nando!!.

sergioreyII@hotmail.com
08/26/2009.3:00 p.m. NYC.

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