Lunes Santo

lunes, abril 6


La tradición de la Iglesia contempla el lunes santo el pasaje de Jn 12, 1-11. Cuando en Betania se lleva a cabo la unción de Jesús por María y la murmuración de Judas basada en la avaricia. Es el momento en que Cristo hace otro anuncio de su muerte y de su resurrección.

Las oraciones del día -colecta, ofrendas, postcomunión- tienen como principio fundamental la pasión de Cristo y el correspondiente agradecimiento del Pueblo de Dios al Padre por la salvación que de este hecho se deriva.

La oración postcomunión es la que expresa más claramente este sentido de "conservar siempre las gracias que hemos recibido" por la misericordia divina al morir Cristo por nuestra salvación.

Las antífonas de entrada y comunión forman, junto con el salmo responsorial un núcleo aparte al hacer clara reflexión a la pasión de Jesús anunciada desde el Antiguo Testamento. Objetivamente hablando estas "llamadas de auxilio" de un "justo perseguido", "fiel asediado" y "desventurado quebrantado por el sufrimiento" son visualizaciones previas de lo que Mesías padecerá por nosotros en los "días santos de la pasión salvadora" (cf. Prefacio de la Pasión II) a fin de "reparar el daño de nuestros pecados" (oración sobre las ofrendas).

En conclusión, es el día de mirar al Señor con humildad pero también con agradecimiento para pedir compasión por nuestras faltas. Es la hora de unirnos a San Agustín en su acción de gracias por la "feliz culpa que mereció tal Salvador".

Alfredo Martinez

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